Mentime que me gusta.

No quiero que seas sincero.
No quiero ser sincera.
Creo que las mentiras son necesarias, casi esenciales.
Son como las malas palabras;
no se las voy a enseñar a mi hija
pero sé que las va a aprender sola
y no voy a poder decirle que están mal.
Tampoco creo que la omisión sea mentira,
pero es igual de necesaria.
El misterio es imprescindible en estos casos.
Sin misterio no me gustarías.
No quiero saber todo sobre tu vida
y no quiero que sepas todo de la mía.
O sea, sí, quiero saber todo de vos,
pero si lo supiera ya no querría saberlo
y la emoción de querer conocerte más se iría...
Ya no tendría caso estar con vos.
No quiero que me cuentes tus cosas,
no quiero saber si pensas en mí o no.
Quiero quedarme con la intriga.
Sin misterio todo deja de ser interesante.
Y sé que lo que digo entre líneas es feo pero es así;
Si te conociera completamente serías aburrido.
Y si me conocieras completamente yo sería aburrida.
Mejor nos quedemos así...
siendo dos desconocidos que se gustan
sin saber de quién están gustando.