Dicen que hay que afrontar los problemas, que no hay que huir de ellos... Pero ¿qué sabe la gente?

"La gente"... Cuando uno se refiere a "la gente" generalmente es gente de mierda que no pincha ni corta en nuestras vidas pero que se da el lujo de opinar y juzgar sin conocer diciendo cosas que nos hieren.

Habiendo aclarado esto, prosigo: La gente no sabe un culo. La gente no tiene vida. La gente vive de criticar a los demás para sentirse un poco mejor con sus patéticas vidas que sólo consisten en eso, en sacar el cuero. La gente se cree perfecta y es una mierda. La gente... La gente... La gente se representa en mi papá y su familia.

Bueno, "la gente".

La gente es mi problema.

Creo que esta vez voy a optar por no hablar más con la gente, voy a darle la espalda a mis problemas, voy a ignorarlos, voy a huir de ellos... como quieran llamarle. Pero no tengo ganas de enfrentarlos.

Lo que en realidad pasa es que no hay nada que enfrentar; estuve frente a esto toda mi vida, y hoy decidí que no quiero tenerlo más ahí, que me hartó, que me saturó, que me hace mal, que lo necesito fuera de mi vida para ser feliz.

Hay "gente" con la que simplemente no puedo mantener una relación. ¿Tenemos que mantener una relación a pesar de que chocamos en exceso y ni siquiera nos queremos sólo porque somos padre e hija? No. Sinceramente creo que no, porque ni siquiera puedo decir que somos padre e hija. Mi mamá sí es mi mamá; ella fue madre, padre, hermana y amiga. Mi papá fue... como un tío segundo que tiene la obligación de mantenerte. Entonces ¿por qué tengo que respetarlo tanto y callarme ante sus idioteces? ¿Porque es mi "papá"? No, señores. Mi vieja me crió para no agachar la cabeza ante ningún hombre, y voy a aplicar eso incluso con mi propio padre.

Si tengo que definir a mi papá te digo lo siguiente: Es un idiota machista que se cree perfecto y jamás va a cambiar por nada. Y a esto que te digo tomatelo al pie de la letra porque es así, tal cual.

Y si tengo que contarte un poco sobre mí te digo lo siguiente: Cuando sé que algo está mal (y recalco que digo "sé" y no "creo") se lo voy a decir en la cara a quien sea, sin importar jerarquías, edades ni nada. Lo que está bien, está bien, y lo que está mal, está mal, y a la mierda. A mí no me vengan con eso de que "Todos sabemos que está mal pero no se lo podes decir porque es un hombre grande, porque es tu papá". NO. Si está mal ¿por qué no le puedo decir las cosas en la cara? Después de todo yo estoy diciendo la verdad y el que está mal es él, yo no tengo de qué avergonzarme. Vergüenza sería hacer lo que hace él, ser como él.

Conclusión: Con mi papá jamás nos vamos a llevar bien.

Hace unos días le dije a mi mamá: "Está así de que lo deje de hablar"... Y unos días después llegó el "así".

Ya está, ya fue. Yo no voy a aguantarme pelotudeces de ningún idiota con aires de superioridad ni me voy a callar ante uno, ni le voy a agachar la cabeza sabiendo que NO tiene razón. Y si no le gusta como soy ¡vaya a llorarle a su máma!

Sé que él nunca va a cambiar, ni aunque yo lo putee, ni aunque peleemos, ni aunque lo amenace con dejar de hablarlo toda la vida, ni aunque corra el riesgo de perder a su hija... jamás. Su ego pesa mucho más. Nunca se va a dar ni siquiera un segundo para aunque más no sea plantearse a ver si podríaaaaa ser que yo tenga razón y él no. NO, jamás! Su palabra es palabra santa y todos los demás no saben nada, menos si son mujeres.

Entonces, ¿para qué seguir teniendo en mi vida a una persona así? ¿Para seguir largandome a llorar cada vez que me dice cualquier pelotudez basuréandome? No, no y no. Yo no soy alfombra de nadie.

El único tipo de mujer capaz de tener una relación con mi papá es: a) una mujer que no le de bola en lo más mínimo y sólo mantenga una relación superficial con él sin hacerle caso a nada de lo que diga pero sin enfrentarlo tampoco; y b) una mujer no pensante que obedezca todo lo que el pelotudo quiere, que le limpie, le lave el culo, le planche, le cocine, le levante la ropa sucia del piso, le sea fiel, se aguante sus infidelidades callada, jamás lo contradiga, etc, etc. Nunca fui el tipo b, y ya no quiero ser más el tipo a. Por ende, ya no puedo tener una relación con él. Se acabó.

Mi crisis no es una crisis vocacional ni sobre mi maternidad ni de desarraigo... Es una crisis existencial.
En este verano me planteé qué quiero para mi vida, cómo quiero vivir y quién quiero ser.
Antes me preguntaba quién era, ahora me pregunto quién quiero ser. Y ahora me siento en paz.
Ahora siento que por fin tuve el valor suficiente para hacer de mi vida lo que quiero,
para dejar de vivir con las presiones de lo que se espera de mí, de lo que yo espero de mí.
Hoy todo dejó de importarme, a pesar de que hayan cosas que sigan afectándome...
Porque hay una gran diferencia entre que algo te importe y te afecte.
Puedo agachar la cabeza y sentirme mal un rato por algo que me afecte,
pero pasado ese rato vuelvo a mirar para adelante, para arriba, y puedo sonreír en paz
sabiendo que por más daño que me hagan algunas cosas yo voy a ser feliz.


Siempre me hace bien volver a mi tierra para aclarar mi cabeza...
Nunca están de más unas buenas vacaciones,
unas buenas charlas con mi mamá,
un buen tiempo de ocio para poder pensar bien las cosas.
Y entonces me encuentro en plena puna jujeña,
acostada en una carpa respirando aire puro y pensando
"Esto es lo que quiero para mi vida"...
Y me encuentro abriendo un libro que acaba de devolverme mi abuelo
y leyendo así a la primera, como mensaje del destino:


PIEDRA SOLA
Poemas del Cerro
En la montaña toda fuerza definida se convierte en ejemplo.
A la vera del camino hay una piedra enorme, mostrando a los vientos la grandeza de su soledad.
Quién sabe qué tempestades desataron los genios de la montaña
para arrancar ese pedazo de cumbre y hacerlo rodar hasta el valle.
Y esa piedra conserva en el llano la misma solemnidad de cuando era cumbre,
de cuando ofrecía su atalaya de granito a los cóndores.
Piedra sola supo de cielos claros, de soles ardientes y de lunas vagabundas,
de nieves implacables, de vientos libres, de alas potentes y de vertientes misteriosas.
Piedra sola no cayó para ser olvidada.
Tal vez comenzara ahí, en el valle, su verdadera misión, su verdadero destino,
a la par de los cardones, protegiendo a los arrieros con su sombra.
Para el viajero que pase y la mire con ojos de turista,
Piedra sola es un peñasco enorme, parado junto al camino, y que no tiene ninguna significación.
No servirán los ojos para mirar hacia arriba y descubrir el hueco dejado en la cumbre
desde donde rodara la noche del huracán.
No alcanzarán los ojos a ver las cenizas junto a la piedra,
donde tantos viajeros de la vida levantaron sus fuegos para protegerse del frío.
No alcanzarán los ojos a penetrar la grandeza del peñasco,
que en el valle no es una piedra más, sino la Piedra sola, que es fuerza, definición, ejemplo y símbolo.
Más que una derrota, su posición es un triunfo.
Hay que creer en la Verdad de todas las cosas de la naturaleza.
Las piedras cuando son de un solo bloque tienen un alma grande.
En esa alma, la montaña guarda todo su secreto, todo su silencio, toda su fuerza...
Piedra sola es el símbolo de una vida.
Es la fuerza de un espíritu que se ha mantenido firme a través de todas las angustias.
Hay seres contra quienes la vida desata de pronto un vendaval de sombras y abismo,
y los derrumba sin cauce ni ritmo, dejándolos ahí, junto a un camino cualquiera, como una Piedra sola...
Pero no son cosa muerta en el paisaje.
El dolor, cuando se lo sabe sufrir con dignidad,
crea fuerzas que agigantan el espíritu y aclaran el horizonte.
Hay seres que pueden mostrar su entereza y dar, en la cumbre o en el llano,
el ejemplo de un valor puro, de una emoción pura.
Muchos destinos que parecen llamados a darse a la vida en un gran continente,
terminan realizándose de verdad en un terreno humilde y claro, en un espacio pequeño,
pero lo suficientemente apto para que se cumpla la misión de vivir con el pensamiento y con el corazón.
Es la Verdad que se va realizando en el silencio de una pena bien guardada.
Es el símbolo de un espíritu que ha llegado a la serenidad por los caminos del dolor.
Eso es Piedra sola.

Y es que ahora entiendo que no nací para ser grande, sino para ser feliz.